O lo que es lo mismo… una mala
época nocturna
Antes de nada quiero mostrar mi
más profunda admiración hacia las madres trabajadoras, que a pesar de pasar
igualmente malas noches, están al pie del cañón en el trabajo todos los días.
Son un gran ejemplo a seguir y me producen una pequeña envidia sana, no sé cómo
lo hacen, la verdad… espero poder descubrir el secreto.
Llevamos una temporada, ya cerca
de un mes aproximadamente, que apenas descansamos por las noches El Peque Mayor
y yo. De la peque no nos podemos quejar porque es una santa, sólo se ha
despertado alguna vez estas últimas noches por ataques de tos, que espero que
se pasen pronto porque son bastantes angustiosos.
No sé qué le ronda al Peque
Mayor, si serán todos los virus que ha ido cogiendo en la guardería desde este
último mes y medio los que le impiden descansar plácidamente, o quizá nos
estemos acercando a una de las etapas dentro
de los miedos evolutivos:
EL MIEDO A LA
OSCURIDAD.
Justo acabamos de pasar la
barrera de los 2 años, que es cuando aparece el dichoso miedo.
La verdad es que, sea como fuere,
El Peque Mayor ha pasado de esconderse tranquilamente dentro de los armarios o
a encerrarse en habitaciones a oscuras mientras jugaba al escondite conmigo no
hace mucho a, en la actualidad, salir al pasillo y al verlo oscuro volver hacia
atrás sobre sus pasos o a llorar desconsoladamente cuando apago la luz. De nada
le sirve a él las lamparitas quitamiedos (creo que si pudiera me la tiraría a la
cabeza), él quiere la luz de la entrada a todo trapo, sin miramientos. También
ha pasado de apagar la luz de la habitación él mismo cuando tenía sueño a que
ahora no la quiere apagar bajo ningún concepto.
Si a todo ello le sumamos que
cuando se despierta a lo largo de la noche, que son muchas, muchas veces, se
pone a llorar desconsoladamente cuando se ve a oscuras y solo… blanco y en
botella: me decanto por el miedo a la oscuridad.
Así que nada, ahí estoy yo sin
dormir ni siquiera durante dos horas seguidas (así no hay forma ni de llegar a
la fase REM) levantándome
constantemente: cuando llora, cuando pierde el chupete, cuando pierde la
muselina que utiliza como objeto transicional (“objeto de apego”,
coloquialmente), cuando me pide un biberón, cuando me pide agua… y otra vez
agua, y así toda la noche. Y si ya, cansada de levantarme tanto e ir a su
habitación, directamente me voy a dormir con él tampoco duermo porque como no
para, ya no sólo es que se despierte, sino que no deja de darme patadas
inconscientemente…
Así que así estoy últimamente,
días tras día, me despierto como una zombie, con dolor de cabeza, agotamiento
físico y mental… no soy persona.
Es, con creces, la peor época que estamos pasando. Pero eso sí, debe de pensar que sus siestas son sagradas, porque durante el largo período de tiempo que duerme su siesta... ni se mueve ni dice "esta boca es mía". Curioso...
Es, con creces, la peor época que estamos pasando. Pero eso sí, debe de pensar que sus siestas son sagradas, porque durante el largo período de tiempo que duerme su siesta... ni se mueve ni dice "esta boca es mía". Curioso...
Por todo ello, he sucumbido de nuevo a los
encantos del café, no es ningún sacrificio porque el café me encanta, pero
llevaba mucho tiempo entre los dos embarazos sin tomar café que no fuera, en
todo caso y esporádicamente, descafeinado. Así que todas las mañanas y algunas
tardes necesito… un café en vena, por favor!
Y hablando de cafés… mirad qué
tazas más monas...
En “tiendas Ale-Hop” por 3 euros
(son todas preciosas, pero por poner algún ejemplo):
De una tiendecita llamada “Qué de
cosas” (C/ Illescas 147, Madrid, Cercano al
Parque Aluche):
Por 6,95 euros:
O éstas con dibujos de vuestros
propi@s hij@s por 9 euros!
O éstas por 7, 95 euros!
O ésta parejita tan mona:
¿O qué me decís de estas tazas
pizarras?
O en las tiendas Tiger, 3 euros:
Y ya de las tazas de Mr.
Wonderful ni os cuento (Aproximadamente unos 14 euros, se paga la marca, claro):