lunes, 26 de marzo de 2018

"CARLOTA NO QUIERE HABLAR", de Claudine Bernardes



LIBRO TERAPÉUTICO DE CLAUDINE BERNARDES: 

"CARLOTA NO QUIERE HABLAR"

Hace unos días nos llegó a casa el cuento de “Carlota no quiere hablar”, un cuento terapéutico para trabajar con los niños sobre el tema de las emociones.

Su autora, Claudine Bernardes, quería saber mi opinión como mamá psicóloga, así que le dije que estaría encantada de poder dársela y hacer esta reseña con muchísimo cariño.






Antes de empezar, voy a comenzar presentándoos a Claudine, ella es Especialista en Cuentos y Fábulas Terapéuticas. En su página web www.lacajadeimaginacion.com podrás encontrar más información sobre ella y los proyectos que lleva a cabo, así como actividades para descargar y otros cuentos como “Julia no entiende ni jota” para que los niños dibujen y coloreen. Merece mucho la pena echarle un ojo, tanto para padres y madres, como para especialistas como psicólogos, logopedas, educadores, maestros, etc.

Me encanta la frase que utiliza como encabezado de dicha web, cuánta razón:
 La mayoría de las personas que caminen detrás de mí serán niños, por lo que mantendré los pasos cortos” Hans Christian Andersen

Tanto los profesionales como los padres, sabemos que no hay dos niños iguales y que a algunos de ellos les cuesta más que a otros poner nombre a lo que sienten. ES, en esos momentos, cuando se frustran, se sienten incomprendidos y cuando son muy pequeños es cuando aparecen las rabietas, esas manifestaciones emocionales tan radicales, en algunos casos, y tan temidas por algunos padres.


De ahí surge la necesidad de crear cuentos para trabajar las emociones y que los niños, poco a poco, aprendan a reconocerlas, ponerles nombre con la ayuda de “Carlota”, la protagonista del cuento, y comenzar a saber gestionarlas adecuadamente, siempre dentro de sus posibilidades. 


“Carlota no quiere hablar” es una obra dividida en tres partes:


En la primera de ellas nos encontramos el cuento.

En la segunda,  encontramos una guía interactiva muy interesante para los padres.

Y en la tercera, y última, un juego. El juego está basado en el juego tradicional del parchís, pero adaptado con ilustraciones del cuento y acompañado de tarjetas de tres tipos: preguntas, sanciones y comodines. En las tarjetas de preguntas se explica una situación  y tras responder se avanza “x” número de casillas. En las tarjetas de sanción explican una situación no muy adecuada, se tira el dado y hay que retroceder tantas casillas como número marque el dado. En las tarjetas comodín se suelen dar “lecciones de vida” y hay que seguir las instrucciones (quedarte una tirada sin jugar, volver a tirar el dado, etc.).







Ahora pasemos a hablar sobre el libro desde mi punto de vista como psicóloga infantil:


Los pros del libro son muchos, es un libro sencillo, con imágenes que el niño entiende muy bien, centradas en la acción concreta en la que se quiere poner énfasis. 


Describe la situación problemática en un primer momento para, después, hacer partícipe a los niños de distintas soluciones para la resolución del problema. 

Carlota no puede hablar, pero el resto de los niños serán quienes le pongan voz.

Me parece un recurso muy acertado con respecto al título del libro, todo un acierto para que los niños sientan empatía, se pongan en el lugar de su protagonista, Carlota, piensen y razonen sobre la posible solución. 





Tras ello, la autora hace una pequeña descripción sobre la emoción correspondiente y detalla cómo se le puede contrarrestar. 
Os escribo un ejemplo de cómo lo hace cuando habla sobre el miedo:


“El miedo es como una niebla gris.

Esa niebla solo se disipa con la confianza. Confiar en que papá y mamá estarán ahí para protegernos, nos ayudará a sentirnos seguros.

Y dormiremos tranquilos toda la noche”.


Habla sobre las principales emociones negativas que suelen sentir los niños como son, el enfado, el miedo, los celos/envidia y la culpa.


Es todo un acierto que complementa perfectamente al libro, la guía didáctica y el juego que se incluye y que, sin duda, además de para los padres, puede ser de gran ayuda para a educadores, psicólogos, logopedas, etc.


Los contras que he podido ir descubriendo y que, como psicóloga, mejoraría:


He echado en falta el que hubiera unas páginas dedicadas a la emoción de la “tristeza”. Los niños suelen reconocer bastante bien la tristeza, he escuchado a muchos niños decir “estoy triste” y aunque para ellos sea más fácil reconocer esta emoción antes que los celos, por ejemplo, creo que hubiera sido imprescindible introducirla en el libro y quizá empezar por ella, ya que aunque el libro busque que los niños sepan reconocer emociones y ponerle nombre, empezar por una sencilla de reconocer para ellos, hubiera estado bien para empezar desde lo más sencillo a lo más complicado.


También la veo imprescindible porque bajo muchas situaciones de enfado de los niños, lo que subyace es la tristeza. Cuando los psicólogos tenemos algún caso de niños/as que se enfadan mucho tenemos que indagar más allá y en muchos casos descubrimos niños tristes.


Por otra parte, para la emoción del enfado la autora utiliza las palabras “rabia o ira”. Los niños cuando son muy pequeños no cuentan con un vocabulario muy extenso. Incluso entre algunos adultos, nos cuesta a veces discriminar entre enfado, rabia o ira, ¿cómo vamos a pretender que los niños de tan corta edad sepan hacerlo? Creo que hubiera sido más conveniente utilizar la palabra “enfado” ya que los niños esa palabra la suelen manejar en su día a día y es más fácil ponerle nombre de esta forma a esa emoción cuando la sientan.


Al hilo de esto, también quiero comentar que este libro puede ser presentado a partir de los 3 años perfectamente, yo se lo leí a mi hijo y lo entendió bastante bien, excepto por algunas palabras que aparecen como vanidad o remordimiento.


Como último apunte, quizá debo señalar, que perdone Claudine mi osadía, el que sólo aparezcan emociones negativas deja un poco coja la obra. A algunos niños también les cuesta reconocer y poner nombre a algunas emociones positivas como la alegría, sorpresa… Tenemos que tener en cuenta que, por desgracia, algunos niños viven en entornos tan desfavorecidos que prácticamente no tienen la oportunidad de poder enfrentarse cara a cara con este tipo de emociones.

Muchísimas gracias Claudine, por hacernos partícipes de tu obra y dedicar esas palabras tan bonitas a mis peques.